El pasado 26
de septiembre de 2013, en nuestro espacio "La vida de los libros", Pedro Sánchez, nos presentó un libro llamado Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la
banalidad del mal de Hannah Arendt, filósofa alemana de origen judío, cuya
obra es uno de los mejores estudios sobre el Holocausto y las razones del
fenómeno nazi, a partir del juicio que en 1961 se llevó a cabo en Israel contra
Adolf Eichmann.
Su subtítulo
introdujo el concepto de banalidad del mal, la frase se refiere al
comportamiento Eichmann en el juicio, no
mostrando ni culpa ni odio, alegando que él
no tenía ninguna responsabilidad porque estaba “haciendo su trabajo”. El cumplió con su deber…; no sólo obedeció
las órdenes, que también obedeció a la ley (p.135).
Esta autora
puso de manifiesto que el mal puede ser obra de gente corriente, fruto de la
irreflexión y el alejamiento de la realidad.
El jueves 31
de octubre de 2013, Fernando González, nos presentó un artículo de Olga
Rodríguez, “Algo más que seres fragmentados” www.diario.es.
El texto hace
referencia a Walter Benjamín, filósofo
alemán de origen judío, afirmando que el dinero es la divinidad más legalizada
y protegida del sistema capitalista.
Que aceptar la
desigualdad como natural es creer que podemos ser de forma aislada, individual,
sin sentirnos apelados a lo colectivo como dijo Jhon Berger, escritor y crítico de arte.
Y Keyner,
economista británico más influyente del siglo XX, que no acertó cuando afirmó
que en 2030 “el amor al dinero como posesión” sería reconocido como “enfermedad
vergonzosa”.
Esta reflexión
crítica nos acerca a aspectos fundamentales de nuestra vida como la
alimentación y la vivienda que dependen
del dinero que tenemos, y algunos seres humanos buscan de forma
instintiva cómo no vivir de forma fragmentada, como personas, no como empresas,
cómo recordar que no sólo hay enjambres
de monedas furiosas como ya vaticinaba Federico
García Lorca en su poema La aurora de Nueva York.
Murcia, Mª
José Sandoval.
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