Como habíamos
anunciado, el pasado lunes 29 de septiembre, en nuestra actividad "la
vida de los libros" comentamos el libro "Crimen y Castigo" de
Dostoiewski.
A continuación os
dejamos una reseña de lo elaborado en este encuentro, escrita por nuestra compañera
Mª Dolores Mora.
Dostoievski es el escritor ruso
por excelencia, codeándose con Tolstoi o Pushkin. Crimen y
castigo es una novela de carácter psicológico escrita por el autor ruso Fiódor
Dostoievski. Fue publicada por primera vez en la revista El mensajero ruso,
en 1866, en doce partes, y publicada después como novela. Se puede encontrar en
Raskólnikov, el protagonista, la idea de superhombre de Nietzsche.
Raskólnikov comete un crimen
atroz, pero no logra disfrutar del botín conseguido. La obra se apoyará
fundamentalmente en un texto freudiano de 1916, titulado "Las
excepciones", que junto con otros dos, se agruparon bajo el título general
de: "Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo
psicoanalítico". Freud describe un tipo especial de sujetos a quienes les
resulta particularmente difícil someterse a los imperativos del principio de la
realidad. Su posición está argumentada desde su particular percepción:
"Dicen que han sufrido y se han privado bastante, que tienen derecho a que
se les excuse de ulteriores requerimientos, y que no se someten más a ninguna
necesidad desagradable, pues ellos son excepciones y piensan seguir
siéndolo". Su neurosis se anudaba a una vivencia o a un sufrimiento que
los había afectado en su primera infancia, de los que se creían inocentes y
pudieron estimar como un injusto perjuicio inferido a su persona.
Raskólnikov se presenta como una
"excepción", asume la posición de un ser excepcional, y en el
fundamento de tal condición se encuentra en la pobreza, en carecer de un status
social. La pobreza parece perseguirlo, hecho que moviliza todo su ser, que lo
pone en situación. La pobreza se le hace insoportable, quiere satisfacciones
inmediatas, reclama para sí aquello a lo que cree tener derecho…”Puesto que yo
sólo he de vivir cierto tiempo, quiero en seguida la parte de dicha que me
toca...".
Rodión está convencido de
que la naturaleza ha dividido a los hombres en dos grupos:
"ordinarios" y "extraordinarios"; sobre este tema publica
un polémico artículo. La idea básica del texto es la división, supuestamente
natural, de los hombres en dos bandos, cada uno con sus roles bien definidos.
Para Rodión, la categoría inferior, la de los hombres
"ordinarios", está compuesta por aquellos seres cuya única misión es
la reproducción de la especie. Según el autor, a esta categoría “... pertenecen
en general los conservadores”. Los "extraordinarios", según Raskólnikov,
“se componen exclusivamente de hombres que violan la ley y tienden, según sus
medios, a violarla”.
Parece haber una
identificación de Raskólnikov con Napoleón, personaje al que admira
profundamente y menciona varias veces, colocándolo como ejemplo de hombre
dominador, triunfador, a quien todo le está permitido. Rodión, por
supuesto no iba a ser inferior a su héroe, se amparaba en su imagen, Napoleón
era su espejo.
Lo que le atormenta
profundamente es la conciencia de haber fracasado. Un hombre que aspiraba a ser
como Napoleón, se ve condenado en Siberia, mezclado en la cárcel con todo tipo
de sujetos vulgares. Había caído demasiado bajo, no por criminal, sino por
fracasado: "Así, no se acusaba más que de una culpa: la de haber sido
débil, la de haber ido a delatarse."
El amor permite a Raskólnikov
dar una gran vuelta sobre sí mismo, vuelta que paradójicamente lo sitúa en el
principio de la realidad y le abre la posibilidad del futuro. Sonia se
constituye para Rodión en ese "otro eficaz", ante quien de
manera humilde, renuncia, deja caer el orgullo, en una palabra, ante quien se
humaniza. Freud lo dice así: "...junto al apremio de la vida, es el
amor el gran pedagogo, y el hombre inacabado es movido por el amor de quienes
le son más próximos a tener en cuenta los mandamientos del apremio y a
ahorrarse los castigos de su trasgresión".
En su estado de
profundo enamoramiento, Rodión hace suyas las "convicciones"
de Sonia, que no son otras que las fuertes creencias religiosas. Es probable
que por esta vía se encuentre cara a cara con la culpa, hecho que quizás le
permita asumirse como un hombre "ordinario" en el pleno sentido de la
palabra.
Mª Dolores Mora Ros
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