miércoles, 1 de octubre de 2014

RESEÑAS: "La vida de los libros"



Como habíamos anunciado, el pasado lunes 29 de septiembre, en nuestra actividad "la vida de los libros" comentamos el libro "Crimen y Castigo" de Dostoiewski.

A continuación os dejamos una reseña de lo elaborado en este encuentro, escrita por nuestra compañera Mª Dolores Mora.


Dostoievski es el escritor ruso por excelencia, codeándose con Tolstoi o Pushkin. Crimen y castigo es una novela de carácter psicológico escrita por el autor ruso Fiódor Dostoievski. Fue publicada por primera vez en la revista El mensajero ruso, en 1866, en doce partes, y publicada después como novela. Se puede encontrar en Raskólnikov, el protagonista, la idea de superhombre de Nietzsche.


Raskólnikov comete un crimen atroz, pero no logra disfrutar del botín conseguido. La obra se apoyará fundamentalmente en un texto freudiano de 1916, titulado "Las excepciones", que junto con otros dos, se agruparon bajo el título general de: "Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico". Freud describe un tipo especial de sujetos a quienes les resulta particularmente difícil someterse a los imperativos del principio de la realidad. Su posición está argumentada desde su particular percepción: "Dicen que han sufrido y se han privado bastante, que tienen derecho a que se les excuse de ulteriores requerimientos, y que no se someten más a ninguna necesidad desagradable, pues ellos son excepciones y piensan seguir siéndolo". Su neurosis se anudaba a una vivencia o a un sufrimiento que los había afectado en su primera infancia, de los que se creían inocentes y pudieron estimar como un injusto perjuicio inferido a su persona.

Raskólnikov se presenta como una "excepción", asume la posición de un ser excepcional, y en el fundamento de tal condición se encuentra en la pobreza, en carecer de un status social. La pobreza parece perseguirlo, hecho que moviliza todo su ser, que lo pone en situación. La pobreza se le hace insoportable, quiere satisfacciones inmediatas, reclama para sí aquello a lo que cree tener derecho…”Puesto que yo sólo he de vivir cierto tiempo, quiero en seguida la parte de dicha que me toca...".

Rodión está convencido de que la naturaleza ha dividido a los hombres en dos grupos: "ordinarios" y "extraordinarios"; sobre este tema publica un polémico artículo. La idea básica del texto es la división, supuestamente natural, de los hombres en dos bandos, cada uno con sus roles bien definidos. Para Rodión, la categoría inferior, la de los hombres "ordinarios", está compuesta por aquellos seres cuya única misión es la reproducción de la especie. Según el autor, a esta categoría “... pertenecen en general los conservadores”. Los "extraordinarios", según Raskólnikov, “se componen exclusivamente de hombres que violan la ley y tienden, según sus medios, a violarla”.

Parece haber una identificación de Raskólnikov con Napoleón, personaje al que admira profundamente y menciona varias veces, colocándolo como ejemplo de hombre dominador, triunfador, a quien todo le está permitido. Rodión, por supuesto no iba a ser inferior a su héroe, se amparaba en su imagen, Napoleón era su espejo.

Lo que le atormenta profundamente es la conciencia de haber fracasado. Un hombre que aspiraba a ser como Napoleón, se ve condenado en Siberia, mezclado en la cárcel con todo tipo de sujetos vulgares. Había caído demasiado bajo, no por criminal, sino por fracasado: "Así, no se acusaba más que de una culpa: la de haber sido débil, la de haber ido a delatarse."

El amor permite a Raskólnikov dar una gran vuelta sobre sí mismo, vuelta que paradójicamente lo sitúa en el principio de la realidad y le abre la posibilidad del futuro. Sonia se constituye para Rodión en ese "otro eficaz", ante quien de manera humilde, renuncia, deja caer el orgullo, en una palabra, ante quien se humaniza. Freud lo dice así: "...junto al apremio de la vida, es el amor el gran pedagogo, y el hombre inacabado es movido por el amor de quienes le son más próximos a tener en cuenta los mandamientos del apremio y a ahorrarse los castigos de su trasgresión".

En su estado de profundo enamoramiento, Rodión hace suyas las "convicciones" de Sonia, que no son otras que las fuertes creencias religiosas. Es probable que por esta vía se encuentre cara a cara con la culpa, hecho que quizás le permita asumirse como un hombre "ordinario" en el pleno sentido de la palabra.

Mª Dolores Mora Ros

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