EL TESTIMONIO DE TEMPLE GRANDIN
Temple
Grandin, mujer autista, da fe de su sufrimiento y de cómo se enfrentó a él. Es
profesora de universidad en EE.UU. Estudió Psicología y se especializó en
Psicología animal. Diseñó máquinas para la industria ganadera que permitieran
un menor sufrimiento a los animales que van al matadero.
En
su libro “La máquina autista” (en principio se llamó “Pensar en imágenes”)
habla de dos formas de combatir los nervios. El tratamiento que encontró fue un
saber hacer a través de las contingencias; fue un éxito clínico donde halló su
respuesta desde ella misma.
De
niña se balanceaba y los balanceos la calmaban. Entendía lo que le decían los
demás pero no podía decir nada. Jugaba con su niñera pero sin hablar. A los 6
años de edad se envolvía en mantas y cojines. La presión ejercida sobre ella la
relajaba. El órgano “boca” no estaba subjetivado, no estaba recortado por un
borde. Es la invasión de goce en el cuerpo propia del autismo. Grandin va
haciendo suplencias. Construye un órgano particular: “la máquina de abrazar”,
que viene a hacer de borde al cuerpo. La identificación a un doble (mirada de
una vaca a la cual se identifica) sumado a un recurso, a un objeto (madre) fue
otra respuesta que la joven dio proporcionando un borde al cuerpo que le
producía calma. Su profesor le facilita un laboratorio de ciencias que llega a
convertirse en un refugio para ella. Otro de sus inventos fue “pensar en
imágenes”: almacenaba en su memoria imágenes en forma de fotogramas. Ese
almacenamiento, al que recurría, podría considerarse una forma de “vivir de
memoria”. Convertía las palabras en objetos. Inventa las “puertas simbólicas”
para avanzar, p.ej: el paso del instituto a la facultad. Se va sobreponiendo al
miedo y a la angustia a través de las puertas. El trabajo en el matadero la interroga
por la muerte. La cultura es una rampa equivalente a la inmortalidad. Se trata
de enfrentarse al fuego con fuego o dejarse morir.
Desde el Psicoanálisis, el abordaje apunta a la
singularidad del sujeto, estando a su altura sin responder al ideal educativo.
Miriam
Pintado
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